Entre los 15 y los 16 años comencé a identificar síntomas de ansiedad, sobre todo social. Me costaba mucho relacionarme con personas desconocidas y me requería mucha energía estar rodeada de más de tres personas a la vez. Me producía pánico hacer llamadas telefónicas: tenía que elaborar un mapa previo escribiendo todo lo que tenía que decir, las posibles respuestas de la otra persona y las respuestas que haría a las preguntas que me había imaginado. Lo que más deseaba es que nadie cogiera el teléfono y la mayoría de llamadas no las respondía. Ir al baño en lugares públicos o en casas desconocidas me era simplemente imposible. En aquel entonces estudiaba bachillerato en la Escuela de Artes y Oficios de Ibiza (nací en esta isla en 1996). Había conseguido sacar las mejores notas de mi promoción, pero eso, en vez de producirme satisfacción, me horrorizaba. Tenía la idea constante de que todo el mundo esperaba más de mí y que no los podía decepcionar. Cuanto mejores eran las notas que sacaba, peor me sentía, porque tenía que mantenerlas o superarlas, y lloraba cada día por una presión que me había impuesto a mí misma.


Perderse

Me diagnosticaron agorafobia porque no fui capaz de explicar nada más que el miedo que me daban las aglomeraciones de gente. Por lo tanto, la terapia que recibí no fue la adecuada. Me daba mucho miedo explicar mis problemas familiares porque estaba convencida de que mi padre me podía oír desde la sala de espera. Sabía que había alguna cosa en mi cabeza que iba mal, pero, como no lo podía comunicar, quedó en el aire hasta que, cuatro años después, tuve otra recaída.

“Crisis”



20 años, cambio de vida

Estudiaba ilustración mientras trabajaba a jornada completa. Salía de casa a las siete de la mañana y no volvía hasta las nueve de la noche, para ponerme a trabajar en mi proyecto final hasta las once de la noche. No tenía tiempo ni para comer. Lo que sí que tenía era una ansiedad desmesurada, una mayoría de familiares con depresión diagnosticada, que me garantizaban un factor hereditario inevitable, y una estabilidad emocional de pena. A los veinte años me ingresaron en un psiquiátrico del Hospital del Mar de Barcelona. Mi cerebro iba de mal en peor y me dijeron que como mucho en tres días podría irme. Estuve ingresada un mes entero.


El día a día en el psiquiátrico

Nos levantábamos a las ocho, nos duchábamos si tocaba y si el auxiliar de turno se daba cuenta de que quizás llevabas días sin hacerlo. Desayunábamos, y esta era la única comida comestible del día. Tomábamos las pastillas de la mañana y esperábamos en la sala común el turno para poder hablar con nuestro psiquiatra los únicos diez minutos al día que nos dedicaba. Comíamos pipas mirando el mar, pintábamos mandalas o jugábamos al dominó hasta la hora de comer. La sal cobraba un valor equivalente al de la antigüedad; era probablemente lo mejor de toda la comida (que por desgracia era abundante). En el psiquiátrico las comidas no llevan sal, por lo que aun son más asquerosas. Siempre que cogía un sobre de sal cogía otro y me lo guardaba a escondidas, para el día que se acabaran los sobres. Llegaron a terminarse (probablemente por culpa mía) y se montó un follón que no sabe ni en donde se ha metío. Ejem, para algunos fue un drama, pero afortunadamente yo tenía mi arsenal secreto.

“Habitación 2”



12 pastillas al día

Era un fiestón en toda regla, un fiestón de dormirse a la hora que fuera, de ver como la propia psiquiatra me preguntaba por qué dormía tanto. De hecho, tomaba pastillas por trastornos que no me habían ni diagnosticado. Por ejemplo el litio, para el trastorno de bipolaridad. Que yo no tenía, pero ya que mi abuelo sí, pues… ¿por qué no? Seguí tomándolo durante unos meses después de salir del hospital, hasta que mi psiquiatra externa se leyó mi historial, miró la receta, vio cómo con la mano derecha me tenía que aguantar la izquierda para poder dibujar de tanto que me temblaba y dijo “WTF”. Y me dijo que esas pastillas no las tomara más.

Las pastillas son un arma de doble filo: las mismas que te hacen capaz de levantarte cada día pueden hacer que la palmes si te tomas una sobredosis. Está en manos de los profesionales (psiquiatras) determinar cuándo y cómo conviene recetarlas. Cada caso es distinto y no siempre puede saberse con seguridad a quien se le puede recetar qué. La combinación perfecta de pastillas es muy difícil de conseguir; para llegar a las siete pastillas diarias que tomo ahora he tenido que pasar antes por Dios sabe cuantos tipos de pastillas y situaciones. Pero mientras estás en el psiquiátrico utilizan las pastillas de forma egoísta: lo que quieren es tranquilidad y es verdad que, con la dosis suficiente de calmantes, la tendrás (aunque no sea ni de lejos la que realmente necesitas). Ahora tengo diagnosticado un trastorno ansiodepresivo y un trastorno de la personalidad con características del esquizotípico y por evitación (tipo C). Se me ha diagnosticado también agorafobia, pero lo considero más bien un mal diagnóstico por falta de información. Tengo un cóctel de pastillas que me va muy bien, y si doy las gracias a la vida de algo es de la mirtazapina, el último antidepresivo que me recetaron y que me ha funcionado mejor que cualquier terapia. Pero cada persona es un mundo, es cuestión de ensayo y error y con suerte se llega a una solución adecuada para cada uno.

Nos tomábamos las pastillas del mediodía. Hacíamos lo mismo por la mañana, mientras esperábamos las dos horas de las visitas externas. Nos visitaban familiares o amigos y, si teníamos permisos, podíamos salir fuera con ellos. A mí me sacaron los permisos y las visitas porque “me había adaptado demasiado amenamente a mi entorno (a los locos)”. Y pretendían que aislándome me repensara si realmente valía la pena haber hecho amigos (locos) después de tres semanas en la unidad. Cenábamos, si se le podía llamar así. La noche se hacía más agradable, la hora de irse a dormir podía alargarse hasta las once, que es cuando te daban las pastillas de la noche con el zumo para rebajar la impresión de haberte tomada doce pastillas en un solo día. Después eras libre de dormir si tenías la suerte de no compartir habitación con alguien que, a las cuatro de la mañana, te quisiera cambiar el sujetador por un reloj.

“Pasillo”



La vida en el psiquiátrico

Yo no era ni de lejos la única chica joven de la unidad. El psiquiátrico es como la vida real, solo que es más pequeño y tienes la tranquilidad de saber que todo el mundo está loco y, de cara a las relaciones que se crean allí dentro, eso es lo menos importante. A los otros pacientes los veía bien, con un poco de astigmatismo, pero bien. Dependía obviamente de la persona, pero, como eran muy diferentes, lo que realmente aprendí fue a tenir una tolerancia como un templo.

Recuerdo con mucho amor los ratos que pasaba con Emma, una chica joven. Fue realmente la revolución del psiquiátrico, lo animó todo, al menos para mí. Me hacía peinados superbonitos, venía a escondidas a mi cuarto con ropa suya para conjuntarla con la mía cogiendo un esparadrapo. Me maquillaba y me dejaba fantástica. Escuchábamos música juntas y nos lo pasábamos bien en un entorno más bien negativo. Siempre me sorprendía la fuerza y la actitud increíbles que tenía, aun cuando estaba pasándolas canutas con sus trastornos y el equipo médico la trataba mal. Una crack.

El psiquiátrico se supone que es como la UCI (unidad de cuidados intensivos) de la salud mental. Pero todo lo que te dan son diez minutos diarios con un especialista que, en vez de ayudarte, te restringirá las visitas y las salidas porque has hecho amigos locos. Y en teoría esto no puede ser así porque no es normal. Y yo me pregunto: si no es bueno estar en un entorno, literalmente, de locos, ¿por qué coño metéis a la gente aquí dentro? Si eéste es el máximo de ayuda que podemos recibir, estamos bien jodidos.

Aceptación

Me costó mucho llegar a entender que estaba enferma. Mi padre, las pocas veces que me atreví a hablarle de mis posibles problemas de salud mental, me contestaba siempre que lo decía para llamar la atención. Obviamente, la necesitaba, estaba pidiendo ayuda. Pero su respuesta provocó que yo misma me saboteara, diciéndome que no había para tanto y que si lo decía, estaría molestando a las personas que tenía alrededor. Había sido muy difícil tener el valor de decírselo y lo fue todavía más recibir una respuesta así. Interioricé un sentimiento de culpa que haría que no aceptara futuros indicios de depresión y ansiedad, y llegara al punto de autolesionarme sin decir nada. Por suerte, la reacción de mi madre fue opuesta y me animó a visitar al médico en cuanto vio que la situación no era buena.


La culpa

“Tienes que probar las flores de Bach. Hacer yoga te iría bien. No necesitas pastillas, todo eso es un plan de las farmacéuticas y los illuminati. ¿Y estas marcas qué son? ¿Te autolesionas? JAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Pero no te suicides, que eres muy joven y tienes mucha vida por delante! Todos tenemos días malos”.

Me costó mucho llegar a aceptar que estaba loca. Y más personas de las que me hubiera gustado me hicieron sentir mal por algo que no controlo. Por suerte, también me rodeaba de gente con un poco de cabeza, y me ayudaron tanto como pudieron a hacerme entender que no era culpa mía tener tres o cuatro trastornos mentales.

A menudo me decían “¡Pero no estés así, tienes mucha vida por delante!”, cuando éste era exactamente mi problema. Más que estar mal visto según la edad, es el no tener información sobre la depresión y el hacer comentarios más bien desafortunados a personas con problemas. No cuesta nada abrir la Wikipedia y leer cuatro líneas o pedir información a la persona enferma (en un momento de calma, y no en medio de una crisis de ansiedad). La información es fundamental y NO recomendar hacer yoga o tomar flores de Bach, también.
Mirarse al espejo

¡Claro que me reconocía! Con la depresión te sientes como una mierda. Después de una semana sin ducharte y habiendo perdido veinte kilos, te ves exactamente como una mierda. Y no echaba nada de menos; tengo trastornos de personalidad, así que para empezar no tengo ni claro quien ni cómo soy yo realmente.


Levantarse cada día

​Dentro del psiquiátrico quien me despertaba y me abría la persiana era el auxiliar. Fuera del psiquiátrico, nadie: podía pasarme cinco días seguidos en la cama hasta que tenía dolor de cabeza por la presión del cráneo contra el cojín. No es broma. Dependía de la energía que tuviera, había días que intentaba ser feliz, pero en otros era completamente imposible. Al final lo más sencillo era quedarme en la cama y punto.


Dibujos que salvan

Más que nada, dibujaba para hacer algo, y, ya que soy ilustradora, probablemente era lo que me era más accesible. No podía tener sacapuntas y tenía que pedir a los enfermeros, que estaban cerrados en sus despachos, que por favor me sacaran punta cada vez que se acababa. Dibujaba los pacientes, las visitas, la unidad y las cosas que soñaba de noche. Como me ingresaron mientras estaba haciendo mi proyecto final de ilustración, tuve que cancelarlo y, la colección de dibujos que hice en la unidad junto con un texto, acabó siendo lo que me hizo ser ilustradora del todo. Y más adelante, publiqué mi primer libro, Dormo molt (Duermo mucho).

“Pandas”



La locura

Definitivamente, casi todo el mundo ha podido tener puntualmente a lo largo de su vida síntomas de trastornos mentales. Pero se tiene que saber diferenciar a una persona que lucha diariamente para encajar en una sociedad de personas sanas con la mayoría de privilegiados que pueden tener recaídas solo un par de veces al año.

No quiero decir que tenga menos importancia un ataque de ansiedad puntual que uno de una persona que ha podido tener tres la última semana. Se pasa fatal en los dos casos. Pero está en la mano de profesionales determinar si una persona está sana o no. Probablemente hay más locos de los que se diagnostican, pero no dejamos ni de ser una minoría ni de ser minorizados en una sociedad construida por y para personas sanas.


El pozo

El sentimiento más desagradable que he arrastrado ha sido el de quererme suicidar, por razones obvias. Es muy difícil sacarse de la cabeza esta idea. A menudo me daba tranquilidad saber que me moriría pronto, le quitaba importancia a las cosas. Esta idea está siempre detrás de todo, no desaparece. Y si se va durante unos meses, vuelve por razones estúpidas: una mañana la tostadora no funciona y pienso “pues me suicido”. Aun hoy, aunque esté mejor, sigo volviendo a los mismos pensamientos de suicidio. No siempre son malos; he llegado a pasármelo bien buscando hoteles con bañeras bonitas en las que matarme. Forma parte del día a día de una persona con una depresión grave, es un pensamiento más: “Tengo que comprar fideos, tengo que lavar la ropa y me tengo que suicidar”. Aun no he encontrado una solución, aparte de mantenerme ocupada haciendo otras cosas.



Aprendizajes

Es duro decirlo, pero lo que he aprendido es que la vida no es para nada tan buena como nos la pintan. Nos la pintan con una salud mental que se da por supuesta y que, incluso cuando la tienes, no garantiza un bienestar estable, así que es aún más difícil para las personas con trastornos mentales. Y que muchas veces no vale la pena esforzarte, teniendo en cuenta la lentitud y la desastibilidad de los resultados. Lo que he aprendido de momento es que todo es bastante más complicado de lo que parece.



¿Quién se cree a los locos?

El problema de las personas con problemas de salud mental es que no tenemos voz. Nadie nos concede un espacio en el que hablar sobre los problemas que tenemos que afrontar diariamente y socialmente. Y aunque lo tuviéramos no se nos daría crédito, porque las personas locas están locas y, por lo tanto, para los demás todo lo que decimos no es válido, ya que siempre seremos vistos como locos antes que como personas. Antes que nada hace falta darnos un espacio para hablar de los problemas que afrontamos y que se nos escuche. Justamente por esta razón agradezco entrevistas como esta, en Catorze. Ojalá se nos diera más visibilidad y pudiéramos expresar lo que sentimos y lo que pasamos sin miedo a una mala respuesta. Ojalá los profesionales tuvieran unas condiciones de trabajo humanas para poder tratar bien a los pacientes. Ojalá dejáramos de ser una molestia para la sociedad y pudiéramos tener nuestro propio espacio adaptado. Ojalá la gente estuviera más informada de los problemas de cara a los problemas de salud mental. Ojalá.


El peso de la vergüenza

Aún hoy, incluso después de autopublicar mi libro (Dormo molt), sigo sintiendo vergüenza por haber estado en un psiquiátrico. En una entrevista de trabajo en una editorial, me ayudó mucho poder explicar que había hecho una pequeña edición de mi libro. Todo fantástico hasta que me preguntaron de qué iba. Me quedé en blanco; lo último que quería era que me rechazaran por mi inestabilidad mental; no me atreví a decir que había estado un mes en un psiquiátrico porque me podía jugar el puesto de trabajo.


Japón

Hace unos meses encontré una combinación de pastillas que, con la incorporación de la mirtazapina, me hicieron notar un cambio brutal. Volvía a tener ilusión de hacer cosas, comenzaba y acababa proyectos nuevos, gané los veinte kilos que había perdido… Y entre toda esta fiesta decidí cumplir un sueño: ir a Japón (a trabajar). Mi padre dijo que no, que estaba demasiado enferma para hacerlo (claro, cuando le interesaba sí que estaba enferma); lo mandé a la mierda y ahora estoy trabajando en Japón durante unos meses. He tenido recaídas, pero no hay ni punto de comparación con como estaba antes de comenzar a tomar la mirtazapina.


Vivir, a pesar de todo

No sé si me encuentro en el momento adecuado para sacar conclusiones positivas de mi experiencia, ya que no pienso que lo tenga superado, a pesar de haber mejorado mucho. Ojalá no tenga que convivir con esto toda la vida. Pero la realidad es la que es y mi depresión me dicta que será así siempre en mayor o menor medida. Ojalá me equivoque. Pero quiero dejar constancia de lo que cuesta pasar por una enfermedad mental y de cuanto tiene que cambiar la sociedad y el sistema sanitario para que haya un futuro mejor para los locos. ¿Si soy feliz? Aún no sé ni si soy alguien.

Comentaris

  1. Icona del comentari de: Anònim a maig 16, 2018 | 22:11
    Anònim maig 16, 2018 | 22:11
    Gràcies per la teva sinceritat i valentia! Et desitjo molts èxits a Japó!!
  2. Icona del comentari de: Anònim a maig 17, 2018 | 06:39
    Anònim maig 17, 2018 | 06:39
    Ha estat colpidor llegir-te. Cal visualitzar el tema de salut mental pel bé de tota la societat. La il.il·lustració del mirall m'ha impactat enormement. Gràcies per compartir-ho. Una abraçada
  3. Icona del comentari de: Anònim a maig 17, 2018 | 18:35
    Anònim maig 17, 2018 | 18:35
    De tot cor, no tic paraules. Gràcies per compartir la teua malaltia mental. Una forta abraçada.
  4. Icona del comentari de: Anònim a maig 17, 2018 | 21:51
    Anònim maig 17, 2018 | 21:51
    Felicitats pel teu article i per les teves pròpies superacions, requereix molta valentia i fermesa. Només un retret: estic en contra de la paraula 'loca' o 'boja'. I no crec que sigui bó seguir normalitzant aquesta paraula, i menys quan es parla de trastorns mentals. Tu no estàs boja. Estàs viva.
  5. Icona del comentari de: Anònim a maig 17, 2018 | 23:59
    Anònim maig 17, 2018 | 23:59
    Talento es lo tuyo , que consigas tomarte a broma la vida y gracias por esta entrevista y tu trabajo que me gusta mucho Hija y hermana de esquizofrénicos con aprecio desde las Asturias
  6. Icona del comentari de: Anònim a maig 18, 2018 | 00:09
    Anònim maig 18, 2018 | 00:09
    No sé a ti, pero a mi me pareces maravillosa.
  7. Icona del comentari de: Anònim a maig 18, 2018 | 03:01
    Anònim maig 18, 2018 | 03:01
    Escrivint així ajudes MOLT! Gràcies!! ( El dibuix de crisis m'encanta) Eva
  8. Icona del comentari de: Anònim a maig 18, 2018 | 06:33
    Anònim maig 18, 2018 | 06:33
    Gracias por compartir un poco de tus pensamientos y emociones. Me parece muy necesario escuchar a las personas con transtornos mentales. De nuevo gracias, valiente.
  9. Icona del comentari de: Anònim a maig 18, 2018 | 09:33
    Anònim maig 18, 2018 | 09:33
    Gracis per escriure amb tanta facilitat lo que a noltres ens costa tant explicar. Ànims!!
  10. Icona del comentari de: Anònim a maig 18, 2018 | 22:56
    Anònim maig 18, 2018 | 22:56
    Gracias porque con tu escrito me ayudas a entender algunas cosas.
  11. Icona del comentari de: Anònim a maig 19, 2018 | 04:16
    Anònim maig 19, 2018 | 04:16
    increible entrevista y sinceridad!gracias por compartir lo que sientes;que x lo menos a mi me ha hecho acercarme a los locos y empatizar un poco mas con ellos. animo !!
  12. Icona del comentari de: No tot es de colors a maig 19, 2018 | 10:15
    No tot es de colors maig 19, 2018 | 10:15
    Tinc la pell de gallina, i llagrimes entre els ulls, fa 10 anys que estic amb trastorns de ansietat...i una vida molt limitada. Hem sento molt identificat, jo tambe vaig editar una novela... Estic agotat de viure aixi. Tinc 30 anys i hem sento vell. Tant debo un día poguem sentirnos lliures i sense pors. Una forta abraçada i gracies per ser aixi.
  13. Icona del comentari de: Anònim a maig 19, 2018 | 10:26
    Anònim maig 19, 2018 | 10:26
    El camino de tu vida no ha sido fácil desde luego,te felicito por dar visibilidad a las enfermedades mentales que todavía son tabú y por intentar encajar en esta sociedad que nos quiere a todos perfectos y felices.
  14. Icona del comentari de: Anònim a maig 19, 2018 | 20:14
    Anònim maig 19, 2018 | 20:14
    Como no te gusta la admiración hacia tu persona, te diré que la autora del libro tiene algo que està por descubrir todavia, pero que llega a la gente que tiene algo de sensibilidad.?
  15. Icona del comentari de: Anònim a maig 20, 2018 | 11:19
    Anònim maig 20, 2018 | 11:19
    Gracias por explicar las limitaciones y los estigmas que sufrimos los enfermos mentales. Ojalá tu testimonio sirva para que se dé mayor visibilidad a este tipo de enfermedades
  16. Icona del comentari de: Anònim a maig 20, 2018 | 17:35
    Anònim maig 20, 2018 | 17:35
    Ets més forta i més valenta del que et penses i que la majoria d’humans. Compartir el teu pas per aquesta vida dona força per continuar, a tu i a tothom. Èxits al Japó. Gràcies!
  17. Icona del comentari de: Siempre para adelante a maig 20, 2018 | 23:58
    Siempre para adelante maig 20, 2018 | 23:58
    Muy bien expresado!! Eres muy fuerte y valiente. Continua asi y seguro que lograras lo que te propongas, de hecho, creo que ya lo estas consiguiendo...estás en Japón!!!
  18. Icona del comentari de: Anònim a maig 21, 2018 | 03:14
    Anònim maig 21, 2018 | 03:14
    Este año me gradúo en psicología, y nada de lo que he estudiado o escuchado en la universidad me ha hecho tener la visión de las cosas que me has dado tú. Ni siquiera me había planteado muchas de las ideas que das... Gracias por compartir esto y mucho ánimo. Eres increíble
  19. Icona del comentari de: Anònim a maig 21, 2018 | 17:46
    Anònim maig 21, 2018 | 17:46
    Gracias por no tener miedo. Eres como de otra galaxia.
  20. Icona del comentari de: Concha a maig 21, 2018 | 17:57
    Concha maig 21, 2018 | 17:57
    Muchas gracias, me ha parecido un testimonio fantástico, me ayuda y estoy segura que lo va a hacer a mucha gente.
  21. Icona del comentari de: Anònim a maig 22, 2018 | 00:16
    Anònim maig 22, 2018 | 00:16
    me has dejado sin palabras...mejor dicho imposible! aqui tienes una admiradora más, eres un ejemplo a seguir, con o sin problemas mentales. Te felicito y te mando fuerza para que sigas con todos tus proyectos que los has de conseguir. A mi me has ayudado leyendo esto y eres supervaliente...sin duda la sociedad va en decadencia, esperemos que esto cambie... gracias y enhorabuena por ser lo que eres...un abrazo enorme ?
  22. Icona del comentari de: Almudena a maig 22, 2018 | 06:54
    Almudena maig 22, 2018 | 06:54
    Esa es nuestra realidad. Dura. Estigmatizada. Y que alguien se atreva a contarla en primera persona es de agradecer. Me siento emocionada y aliviada al leerte por identificarme. Ya que el silencio sobre este tema pesa. Gracias de corazón.
  23. Icona del comentari de: Anònim a maig 22, 2018 | 15:49
    Anònim maig 22, 2018 | 15:49
    Gràcies per compartir-ho. Ets una valenta. Molta sort al Japó i a la vida!!!
  24. Icona del comentari de: Anònim a maig 22, 2018 | 18:56
    Anònim maig 22, 2018 | 18:56
    En aquest món fa falta molta gent com tu. Molta sort! Una mare que viu en la seva carn la malaltia de la seva filla.
  25. Icona del comentari de: Trinidad a maig 25, 2018 | 13:44
    Trinidad maig 25, 2018 | 13:44
    Ha sido todo un hallazgo encontrar este artículo! Soy como tu. Tengo 62 años y llevo desde los seis con esta enfermedad y lo peor es la incomprensión. Y luchando. Con altibajos. Ya sabes. Yo tb tomo siete pastillas de estas más otras trece para otras cosas. Bocadillos de pastillas en cada comida y solo para sobrevivir. Mi estado anímico influye en que continuamente enferme de otras cosas En enero cáncer de colon. Inflamaciones dolores... La mente es demasiado poderosa. Y la edad y la jubilación no ayudan. Ni un hijo con trastorno serio de la personalidad. Y en fin...Seguir luchando. Un abrazo. Compraré tu libro. Entiendo bastante el catalán.
  26. Icona del comentari de: Anònim a maig 27, 2018 | 20:36
    Anònim maig 27, 2018 | 20:36
    Gràcies per donar-te veu, i donar-la a través de la teva a totes les persones que pateixen, i de passada als familiars, que us estimem, i volem el millor per a vosaltres. Gràcies per parlar-ne, ajuda a que ho comprenguem tots plegats una mica millor, i suposo que aquest és el camí per trobar solucions entre tots. Una forta abraçada i els millors desitjos per a la teva vida!
  27. Icona del comentari de: Anònim a juny 28, 2018 | 00:34
    Anònim juny 28, 2018 | 00:34
    Estudie psicologia hace mucho tiempo (ahora tengo 59 tacos), pero me dio por tener agorafobia y un caracter depresivo asi que nunca ejerci (que responsabilidad!!). desde luego escribes muy muy bien, da gusto leerte.. y no tienes la agorafobia que te endosaron. (Japon nada menos).. me gustaría saber si tu libro esta disponible en castellano.. Me identifico con algunos rasgos tuyos de personalidad.. Mucha suerte.
  28. Icona del comentari de: Núria Font a febrer 23, 2024 | 11:54
    Núria Font febrer 23, 2024 | 11:54
    Ostres, m'ha encantat y et desitjo lo millor!! Doncs sí, és important un cocktail de pastis ben ajustat, però és difícil trobar el teu sabor!! Anant al psico, ha vist que no acceptava gens la malaltia tot i haver escrit un llibre que ara mateix me revisa una editorial, sobre acceptar el meu trastorn...buff. Y el tipo m'ha dit d'escriure una carta amigable cap a la malaltia que he posaré al meu blog: gataesquizoafectiva.blogspot.com Aixi he trobat la teva entrevista! Y posaré l'enllaç baix la carta, perque m'ha fet sentir... Gràcies per els teus escrits y le meravelloses il.lustracions.

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