“A finales de los 80 y principios de los 90, en plena adolescencia, sentíamos que el pacifismo era la mejor (quizás la única) manera de luchar por cualquier causa en la que creíamos. Muy poco después, el desencanto nos haría dudar de su eficacia, al marchitarse las flores con nuestra inocencia, mientras veíamos en los medios cómo los lanzamientos de cócteles molotov sí eran capaces (casi) siempre de generar noticia y agitar un poco la cosas. Por aquel entonces, sabíamos ya que la música era nuestro refugio y que, con nuestros amigos, escuchar canciones, bailarlas y descubrir grupos era lo mejor que teníamos para sentirnos libres, para encontrarnos como individuos y para reivindicar nuestra posición en el mundo. Cuando en la tele, de pronto, teníamos la suerte de dar con una actuación musical de cualquiera de las bandas que, por aquel entonces, formaban parte del panorama pop internacional, nos estallaba la cabeza y, fascinados, convertíamos aquella pantalla en una ventana abierta a un escenario más excitante, estimulante y enriquecedor.”

Ho escriuen Sidonie per presentar el videoclip, dirigit per Laura Obiols, de la cançó Verano del amor. Si han triat rodar-lo a Manchester és perquè “deseábamos hacer un homenaje a la ciudad de la que salió una escena musical que nos cambió la vida, así como a todas las actuaciones del programa de televisión británica Top Of The Pops que nos deslumbraron y a la psicodelia de los 90 que nunca dejará de influenciarnos.” El rerefons que volen transmetre amb aquesta cançó el tenen clar: “En esta historia, acompañada de un mensaje crítico sobre el imparable e implacable calentamiento global, hemos querido contar que, cuando les atormente la duda acerca de cómo se debe luchar contra las injusticias que sufre el planeta, la música seguirá siendo la mejor salvación para aquellos niños que algún día, inevitablemente, se harán mayores. Y también para los mayores que algún día fueron niños.”


Ya suenan los tambores,
siente la vibración,
son niños de las flores,
es la revolución.

Verano del amor
y un cóctel molotov.
Verano del amor
y un cóctel molotov.

Ya suenan los tambores,
siente la vibración,
son niños de las flores,
es la revolución.

Verano del amor
y un cóctel molotov.
Verano del amor
y un cóctel molotov.

Mi sonrisa ondea en son de paz,
aunque propios y extraños me miren mal,
genera tanta luz, que suele deslumbrar.

Aunque haya subido el nivel del mar,
y está retrocediendo otro glaciar,
a ellos les va bien y siguen dando gas.

Disfrutan del otoño tropical,
están en la playita y les parece genial,
este calor no es normal,
están morenos del calentamiento global.

Ya suenan los tambores,
siente la vibración,
son niños de las flores,
es la revolución.

Verano del amor
y un cóctel molotov.
Verano del amor
y un cóctel molotov.

Yo no soy violento, ya lo sabéis,
pero estoy tan cansado de que no escuchéis,
que empiezo a dudar, no sé muy bien qué hacer.

Se abren paraguas en Hong Kong
en Chile, en Bolivia, en Ecuador,
con fuegos de pasión y de contenedor.

Y aportarán paz y amor,
aquí lo que hace falta es un poco de acción,
hay que elegir con convicción
el lado de la historia en que estaremos tú y yo.

Ya suenan los tambores,
siente la vibración,
son niños de las flores,
es la revolución.

Verano del amor
y un cóctel molotov.
Verano del amor
y un cóctel molotov.

Basta ya,
mis palabras se han vuelto adoquines.
¿Dónde estás?
Han llegado antidisturbios con gases, con escudos,
y como vas tapada, no te puedo encontrar.

Ya suenan los tambores,
siente la vibración,
son niños de las flores,
es la revolución.

Verano del amor
y un cóctel molotov.
Verano del amor
y un cóctel molotov.

Foto: Sidonie

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